lunes, 8 de septiembre de 2008

Maldita insensibilización

Con la maldita insensibilización por delante, los periodistas nos pasamos la vida hablando de los problemas ajenos y nos callamos cuando tenemos que hablar de los nuestros.


Al mediodía, la cara sigue aletargada por el sueño. Llego a la redacción y tomo el mismo asiento de todos los fines de semana. Enciendo el ordenador y echo una ojeada a los teletipos. De repente, mis ojos se abren de la mano de EFE, EUROPA PRESS, REUTERS, FRANCE PRESS, SERVIMEDIA... y tengo que creerme todo lo que me dicen. Mejor dicho, debo hacer que creo todo lo que cuentan... pero, ¿y lo que no cuentan? ¿No existe? En estos casos, las preguntas importantes pasan a ser absurdas e innecesarias. Es lo que hay.

Sigo mirando teletipos mientras pasan los minutos, las horas... A partir de aquí, todo se resume en la siguiente enumeración de actividades periodísticas y extraperiodísticas:

-Redacto una nota sobre las personas muertas el fin de semana en accidentes de tráfico -a los periodistas nos encanta este tipo de balances-.

-Bajo a la calle a fumar un cigarrillo y charlo con los compañeros -principalmente con mi colega de master, con el que comparto todavía más penas que las que tengo en común con el resto de trabajadores de la redacción-.

-Entro al locutorio a leer boletines.

-Redacto otra nota sobre "las vidas que se han cobrado las carreteras españolas", esta vez incluyendo un corte con declaraciones de un tal Federico Fernández, que resulta ser el subdirector de Movilidad de la Dirección General de Tráfico.

-Comienzo a compaginar dos navegaciones de rumbos diferentes: los mares de Hotmail y los de las agencias informativas. Tan sólo con mover los ojos de izquierda a derecha, puedo mezclar la lectura de los mails surrealistas de mis compañeros masterianos con la de la nacionalización de las dos compañías hipotecarias más importantes de EE UU -la señora Fannie Mae y el señor Freddie Mac-. Comienza la insensibilización.

-Después de envenenarme con los productos del comedor, pongo en marcha la elaboración de las más variopintas informaciones: huracanes y tormentas tropicales en el Caribe y el sureste de EE UU, disturbios en Roquetas de Mar, vertidos en la playa viguesa de Samil, el desprendimiento de una ladera en una barriada de El Cairo, el décimo aniversario de Google, la llegada de cayucos a las costas canarias...

-Fumo más cigarrillos y disfruto del fresco de la tarde preotoñal.

-Elaboro refritos de noticias anteriormente redactadas. Añado nuevos datos si los hay. Aparecen más muertos en Haití tras el paso del impío huracán Ike.



-Vuelvo a entrar al estudio a leer un boletín. Dentro sigo por televisión el US Opena y de nuevo me emociono con Nadal -aunque pierda contra Murray-.

Acaba la jornada. Es medianoche. Pienso en las víctimas mortales y en los damnificados que ha dejado en Haití un trío de ciclones en cosa de tres semanas. ¿Cuántas vidas se han jodido? Los datos se diluyen en mi cabeza mientras veo el final de Otra estúpida película americana. Anoche fue Tango y Cash.

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