El barrio está impracticable: los coches invaden las aceras y aparcan en medio de las calles –me quedo atónito cuando veo una hilera de vehículos que atraviesa Gasómetro-.
La gente luce con orgullo bufandas, banderas y camisetas del equipo del 'Kun'. Entonces, uno se contagia un poquito de la pasión futbolera. Y te asaltan recuerdos de la infancia. Por supuesto que hace unos años me habría abrigado con otro tipo de pañuelos; siempre fui del bando merengue. Pero, ver cómo todas esas personas bajan por las calles con la ilusión en la cara, me hace inevitable participar de la comunión rojiblanca. Entiéndase bien: no soy un chaquetero. En mi familia paterna siempre hubo tradición colchonera, y supongo que por eso siempre he sentido respeto y admiración por EL ATLETI.
Ojalá mi abuelo Julio estuviera aquí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario