viernes, 28 de diciembre de 2007

Homenaje particular a la Navidad

La Navidad ha infectado las arterias de Madrid, ciudad impracticable en estas fechas. Sin embargo, renuncio a la justa y sana condición de ermitaño. Me lanzo a las céntricas calles de la capital como un obtuso funámbulo que intenta caminar por la cuerda a sabiendas que bajo sus pies no hay red alguna.

Intento remontar la corriente inexorable de gentes que desciende erosionando las bulliciosas calles de la ciudad: Arenal, Preciados, Montera, Carretas…

En las calles, se ama y se odia; se indulta y se amasa rencor; se presta ayuda y se pone la zancadilla; se piropea y se insulta; se besa y se escupe; se acaricia y se empuja.

En las calles, la gente compra, come, bebe, fuma… El parné devora al tiempo. El tiempo devora al parné.

En las calles, la determinación de cada paso es el único machete para atravesar con éxito la jungla frondosa de gentes.

En las calles, más que libre, me siento dueño de mi propia celda.

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